Las Murallas tejidas derivan de ideas plasmadas en los Jerséis para “nasciturus”. Son armazones emocionales proyectados sobre el que tiene que nacer (Se casarà con un ministro, 2015) y que entorpecerán la expansión anímica del recién nacido. La luz del bebé -amorosamente ahogada por las puntadas cargadas de expectativas de la propia Aracne-, tendrá que filtrarse entre los agujeros del tejido. Desde el inicio, confundimos “cubrirnos” con “encubrirnos” y amontonamos sobre el alma murallas que emiten mensajes epidérmicos: “soy abogada, soy médica, soy monje...”. Pero, si el hábito no hace al monje, ¿quién es el monje? ¿Quién sobrevive bajo la tela de araña?