Los platos rotos de Venus llegan con la observación de los comportamientos considerados negativos de la diosa de la belleza y del amor: pasiones, venganzas, adulterios, humillaciones, celos, favoritismos, envidias... que ella suscita o, también, que ella sufre. Para tener un día bueno, Venus atraviesa antes por mil infamias. Desastres asumidos en batallas muy diferentes, la acreditan como protectora de amantes, de guerreros, de la fecundidad, del deseo, de la belleza... Amuletos y figuras votivas de sus santuarios suplican al poder sobrenatural de la imperfección aceptada y transmutada en belleza (Venus mutante naranja, 2015). Retorno, intuitivamente, a la cerámica de mi infancia para explicar el recorrido de Venus.